Esta semana celebro el nacimiento en mi jardin de una genciana. Su llegada ha sido motivo de observación para mí desde muy temprano hasta muy tarde, porque ha sido una sorpresa. Cristina Bugatti, la inefable ingeniera agrónoma, columnista de varios programas de radio y televisión, decía que, si un jardín se trata de tal, debía contar entre sus especies, a una flor azul.
Genciana, deriva de la palabra gentio, el lugar fisico del origen de la lengua indoeuropea, entre otras interpretaciones de la palabra, que podriamos continuar, como muchedumbre, montón, congregarse hasta llegar al significado que hoy tiene la palabra gentío. El mundo de los viajes de la edad media, que prodigara comercio y colonias al primer mundo es exquisitamente narrado por el historiador recientemenete desaparecido Felix Luna. En "Fracturas y Continuidades de la Historia Argentina", cuenta como era objeto de admiración la forma de hablar particular de los marineros, absolutamente distinta de la lengua española. Es que el mundo africano dejó su impronta en el lenguaje que participaba del comercio, nombrese, español, francés, portugues e inglés. Y,evidentemente que en el contacto, por la trata usufructuada en la antiguedad por el mundo árabe, debieron entrar vocablos que creciendo dieron origen a lo que se constituyó en una lengua criolla, especial para América. Con ello también, una descendecia parental al continuo cultural de la música, la danza y la religiosidad. Con la ascendencia europea los argentinos hemos recibido una fuerte influencia a la costumbre ancestral de la jardineria . El origen doméstico que nace con las mujeres en las civilizaciones antiguas, a las que se les confiaba la huerta y el sembrado, de ese pequeño ámbito las familias sortearon las hambrunas. Dice, para terminar Bugatti, que las plantas forman un sólido hecho cultural que trasciende el ámbito del jardin.
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